El libro que duerme a los niños

Uno de los momentos más dramáticos en la vida de un padre, solo superado por el intento de que sus hijos coman pescado o verdura, es cuando hay que llevar a los peques a la cama. Y es que, misteriosamente, la naturaleza ha dotado a estos pequeños seres de un mecanismo que hace que mágicamente se desvelen por completo en cuanto se les tapa con la manta. Para contrarrestar esto, los padres solo disponían de dos armas: un buen cuento infantil y una paciencia infinita. Pero muchas veces el cuento y la paciencia se acababan mucho antes que las energías del niño.

Hasta ahora. El último fenómeno editorial nos viene de la mano de un psicólogo suizo y en muy poco tiempo ha escalado hasta la primera posición de Amazon USA. Es un libro tan curioso como su gestación y, quienes lo han comprado, dicen que… ¡funciona! Hablamos de El conejito que quiere dormirse. Y comienza con una advertencia amenazadora al inicio: “no leerlo en voz alta a alguien que está manejando algún vehículo”

El conejito que quiere dormirse

 

Lo primero que llama la atención de él es que su autor ha tardado nada menos que ¡3 años! en escribir sus 26 páginas. Evidentemente tiene que haber una explicación racional para ello. ¿Tal vez su autor, Carl-Johan Forssen Ehrlin, sea un vago redomado? Al parecer no. La cuestión es que este libro no es simplemente un libro, sino todo un método de relajación e inducción al sueño. El psicólogo metido a escritor define a su libro como “una mecedora para dormir bebés”.

Para escribirlo ha usado depuradas técnicas psicológicas enfocadas a provocar sueño, desde el nombre de los personajes (Búho de ojos cansados, Tito Bostezo, Caracol durmiente…) hasta el desarrollo y el tempo de la historia. Pero la cosa no queda ahí. El libro está milimétricamente pensado para que los padres sepan cómo deben leerlo a sus hijos, porque tan importante como el contenido es la ejecución de la lectura. Así, el sistema ideado por el autor dice que mientras leen el cuento los padres deben bostezar frecuentemente y con exageración, sobre todo en algunas partes señaladas en el libro. Igualmente, hay palabras en cursiva que se deben leer con más lentitud que el resto, otras en negrita que indican al padre que debe darle énfasis a esa en concreto, corchetes enmarcando las palabras [acción] o [nombre] que hay que sustituir por una acción concreta o el nombre del niño en ese momento, todo ello con el estudiado objetivo de ir apagando a los pequeños.

el conejito que quería dormirse

El argumento es muy sencillo: el conejo Carlos y el niño quieren dormirse, pero no lo consiguen, así que van visitando a distintos personajes que viven en el bosque, cada uno de los cuales les da una serie de consejos (las clásicas técnicas de relajación) para conseguir conciliar el sueño.

El libro está resultando un auténtico bombazo, pese a lo horrible de sus ilustraciones y ya ha sido traducido a siete idiomas. En el caso del español, la traducción es bastante deficiente, por no decir directamente que es muy mala, sin embargo está haciéndose también un hueco en el mundo de habla hispana y los niños no parecen notarlo.

La cuestión es que los comentarios de quienes compraron el libro son tremendamente elogiosos hacia él y afirman que funciona. Su autor está tan satisfecho con el éxito que ya está preparando otro libro para que los niños usen el orinal.

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